Resumen

Todo cambió cuando él se interpuso en mi camino, sin un motivo, sin una explicación, se propuso cambiar mi vida, y lo consiguió, pero las consecuencias, son impredecibles

martes, 20 de marzo de 2012

4ª Entrega



Me aparte cuanto antes pude, antes de que pudiera hacer algo de lo que luego me arrepentiría, pensando un modo de mantenerme tan alejado de ella como pudiera.

Kristen
Oí como los pasos del chico se perdieron en el pasillo hasta que la puerta principal cerró de un portazo. Se había ido.
Cogí una camisa y unos vaqueros tres tallas más que la mía y me lo sostuve con un cinturón al que tuve que hacer un agujero improvisado.
La casa se había quedado en un aterrador silencio, que hacía que se me erizara la piel, me senté en el sofá y encendí la tele sin hacerle mucho caso.
Me moría de ganas por preguntarle que sentía él por mi, que por que me esquivaba o cual era la intención de su indescifrable comportamiento. No quería seguir pensando en él o en todas las dudas que podía ello acarrear, aunque una gran parte de mi, lo deseaba con todas sus fuerzas, pero a ningún lado me llevaría ello. En cierto canal, las noticias decían algo de mi desaparición, que al parecer, tras unos días la habían notado.

Ciro
Llegué al trabajo a la hora de siempre para informar de que mi protegida seguía a salvo
-        y tan a salvo según se oye – insinuó uno de los jóvenes.
Lo ignoré, aunque era evidente que lo había oído, alto y claro, que sus palabras resonaban en mi cerebro como pirañas atrapadas en muros de su propia comida.
La jornada transcurrió sin grandes sobresaltos, con reuniones entre los altos cargos y demás rutinas por las que cada día tenía que pasar, se avecinaba una revisión, por lo que pasarían a ver a la protegida pronto, pero no pensé que eso fuese realmente un problema, hasta que me después de pensarlo varias horas, me di cuenta de que ella debía de irse.

Cuando llegué a la casa, la chica estaba hecha un ovillo en el sillón con el mando de la televisión. Alzó la vista en mi dirección cuando abrí la puerta, y dos lágrimas recorrieron sus mejillas. Me acerqué a ella y le alcé el rostro con mi dedo índice, mantuve mis manos en sus mejillas procurando no dejarme seguir de ese punto.
-        Kristen… - la llamé
Ella me miró y intentó pestañear fuerte para que sus lágrimas desaparecieran, pero no lo hicieron. Me miraba con unos enormes ojos azules, tan brillantes, tan tiernos, me acerqué un poco más, su rostro estaba a escasos centímetros del mío, y yo lo sabía, pero no lo impedí, me acerqué un poco más y nuestros labios se tocaron como una caricia que nos había regalado el viento, algo tan delicado y perfecto que parecía irreal. Era tan perfecto que no parecía prohibido, mi protegida…

Kristen
Tras una semana viviendo con él, ya me había dado cuenta de que su trabajo ocupaba prácticamente todo el día, rara vez estaba en la casa, e incluso a veces no aparecía en dos o tres días, precisamente por ello, me extraño tanto cuando ese día llegó temprano, con el semblante serio y los puños apretados.
-        ¿Pasa algo? – pregunté
El chico se relajó un poco y se acercó a mi, hizo que levantara la mirada para encontrarme con sus ojos, y luego mantuvo la palma de su mano en mi mejilla, como si anhelase algo inexistente.
-        Tienes que irte – me dijo casi sin voz.
A pesar de su afirmación, luego me besó, sus labios se encontraron con los míos sin titubear y luego ya no se separaron, él no quería y yo tampoco.
 - Solo una vez – Dijo con una voz inhumana sin separarse de mi.
A pesar de que sus movimientos eran desesperados, brutos, fieros… en mi cuerpo parecían leves caricias del viento. Sin darme cuenta de que nos hubiéramos movido, llegamos al cuarto y me tumbó en la cama. Sus ojos verdes me examinaron como si nunca antes me hubieran visto.
Se acostó a mi lado y siguió besándome.
-        ¿Qué estoy haciendo? – se preguntó a si mismo en un momento determinado, pero no por ello se detuvo.

Cuando desperté, mi cuerpo temblaba y mi cerebro se sumía en un caos, el chico no estaba y el cuarto estaba más frío y vacío que nunca. Tambaleándome me puse en pié y vi un papel sobre el escritorio, pulcramente doblado.
Lo abrí con cuidado y mi corazón dio un vuelvo al ver lo escrito.
Era su letra, se refería a mí. Decía “Vete”. Mis ojos se inundaron una vez más y las lágrimas rodaron por mis mejillas, una tras otra sin poder hacerlas cesar.

Ciro

Me levanté temprano, no quise mirarla después de la noche anterior, no me la merecía e iba a hacerle daño.
Los arcángeles habían hablado antes de casos parecidos y estaba poniendo en juego su vida por mi felicidad.
Me senté en el escritorio, cogí una pluma de tinta y un papel del cojón. Vi como la luz oscurecía partes del papel y otras las hacía trasparente, como si nunca antes hubiera visto nada igual, solo quería alargar el tiempo que la tenía tan cerca.
Me temblaban las manos de arrepentimiento y miedo, quizás, por lo que pudiera pasar, no a mí, si no a esa chica que seguía tumbada en la cama, con ojos cerrados y mente soñadora.
Pude mantener la mano firme mientras con mano rápida escribía “Vete”. Doblé el papel con delicadeza y lo dejé en la mesa. Me paré en la puerta antes de salir y miré a la joven. En mis trecientos años no había visto a nadie como ella.
-        Adiós – susurré.
Pasaron las horas con una velocidad increíble. Cuando las campanadas de la iglesia dieron las 3 decidí volver a la casa, ya que ella ya debía de haberse ido, lo cual me dolía a la par de lo que me aliviaba. “Es lo mejor para los dos” me dije a mi mismo, como si quisiera convencerme, pero eso no justificaba lo que había hecho.

Kristen

Cuando salí del edificio, el sol brillaba como si se riera de mí, como si dijera que estaba siendo un buen día para todos menos para mí. Ya no me quedaban lágrimas, y mi intención era no volver a derramarlas, por nadie ni por nada, aunque eso era muy fácil de decir.
“Aquí, empieza realmente mi historia” me dije

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